Fue Jesús un reformador social que se opuso al Imperio Romano?

¿Fue Cristo un reformador social, o tenía una misión trascendental para salvar las almas del mundo?



Basándonos en el análisis teológico dogmático, lo primero que debemos decir, y partir de ahí para establecer el valor del papel de Cristo en la tierra, es el versículo de Juan 3,16, un texto clásico conocido por la inmensa mayoría de los cristianos, y aún de los que no se han convertido plenamente.

Dice Juan 3:16

De tal manera amó Dios al mundo

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Pero si una afirmación no es suficiente, también encontramos en 1 Juan 4,9-10 que

9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Queda así demostrado que la misión de Cristo no tuvo que ver nada con una sociedad o forma de organización o sometimiento existente en la época. La misión de Cristo es y ha sido atemporal, ya que terminará hasta que se haya predicado el Evangelio en todos los confines de la tierra (Marcos 13:10 Reina-Valera 1960 10 Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones.)

¿Entonces, manifestar que Cristo fue el Hombre que se rebeló al Imperio Romano es una contradicción o una falacia?

Hemos demostrado que Cristo vino a salvar las almas que se habían perdido. Él vino a entregar un evangelio nuevo, un pacto nuevo, en el que el sujeto ya no era más un pueblo, bajo un ritual de sangre y un estricto cumplimiento de leyes bien rígidas, creadas para un pueblo que pasaba de la barbarie a la civilización (2.000 años a.C.), sino el hombre, el ser humano, de cualquier pueblo, o civilización o cultura y de cualquier época de la humanidad, hasta antes del fin de los tiempos. Ceñir sus enseñanzas al ámbito del Imperio Romano es simplemente limitar su obra evangelizadora.

Cristo no fue un reformador, como Licurgo, Jenofonte, Hammurabi, Demóstenes, no vino a oponerse a ningún imperio, no fue un Ciro II El Grande, Nabucodonosor, Alejandro Magno, Atila, Gengis Kan, Tamerlán, para crear un nuevo reino en la tierra.

La misión de Cristo fue traer el perdón a todos los creyentes, a dar a conocer un pacto nuevo, de buenas nuevas para con el mundo que no era descendiente del pueblo de Dios.

Cristo reconoció el imperio de César, pero no se sometió a él. Cristo dijo:

Lucas 20:25 Reina-Valera 1960

25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

Y Pablo, el apóstol que difundió el evangelio de Cristo en todos los pueblos gentiles, desde Aria Menor, Grecia y Roma, y aún más a España y Macedonia, y que fue martirizado en Roma por decapitación durante el reinado del emperador Nerón, afirmaba que toda autoridad viene de Dios y que se sometieran a las autoridades.

Romanos 13

Reina-Valera 1960

1 Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.

De manera que nuevamente se demuestra que Cristo no vino a suplantar ningún reino de esta tierra. Jesús, en su martirologio, le afirmó a Poncio Pilato: mi reino no es de este mundo.

Entonces, ¿cuál fue el papel de Cristo en su ministerio?

La realidad que está mostrada en los evangelios es que Cristo vino a oponerse a la tradición religiosa de los sacerdotes que manejaban la religión judía, basada en el antiguo Testamento.  Cristo atacó duramente a los fariseos, saduceos y escribas del templo en sus propios rostros, públicamente en las asambleas de Sabbath y delante de cada grupo humano que le seguía para escuchar sus enseñanzas.

Evidentemente, Cristo murió a manos del Imperio romano, basado en que el Imperio era el que aplicaba las condenas, pero el juicio religioso ya lo habían celebrado el sumo sacerdote, los sacerdotes, fariseos y saduceos en el Sanedrín.

A tal punto que Poncio Pilato exclamó:

Mateo 27:24

Reina-Valera 1960

24 Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros.

En los estudios modernos, no es una la persona ni una fuente bibliográfica que predica que Cristo fue un reformador. Para abordar esta vertiente es necesario utilizar la teología científica, al contrario de la teología dogmática o clásica, que se basa estrictamente en Hermenéutica del texto bíblico.

Desde esta nueva vertiente, se debe iniciar afirmando que Sí, Cristo se opuso al Imperio Romano por varias razones:

Primero: Predicó un nuevo reino de Dios, que tenía nuevos paradigmas para la salvación, y dijo claramente que se trataba de un nuevo Reino de Dios, y menciona sus características en más de 50 versículos. Estos paradigmas dejaban atrás el concepto de Reino de Dios que tenían los judíos, y por otro lado, se debe mencionar que el Imperio Romano era visto como un reino divino, según sus propios dioses, y los emperadores eran considerados divinos, descendientes de sus propios dioses. Entonces, tenía de enemigos tanto a romanos como a los miembros de la casta sacerdotal judía.

Esta doble circunstancia creó una sinergia entre el Sanedrín y el representante del Imperio Romano, Poncio Pilatos, de manera que fue muy fácil que coincidieran sus opiniones.

Para Poncio Pilato esta situación representaba una disyuntiva, una disrupción del trato que tenía con las autoridades sacerdotales judías, ya que irrumpía en escena un nuevo reino que él sentía que no podría controlar y que por el contrario generaría una serie de amenazas al poder romano.

André Leonardo Chevitarese, autor de 'Jesús de Nazaret: Otra Historia' y profesor del programa de posgrado en Historia Comparada del Instituto de Historia de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) afirma que "Jesús nunca fue juzgado, nunca", dice el investigador.

Aunque no hubo un juicio de facto, se conocen las causas mundanas que llevaron a la muerte del Jesús humano. Y las razones eran políticas. Sí, Jesús fue un preso político, condenado a muerte por, a juicio de las autoridades, un atentado contra el orden establecido por el poder romano. Jesús era como un polvorín en una región dominada por los romanos.          

Por su parte, el vaticanista Filipe Domingues, subdirector del instituto católico The Lay Center de Roma, argumenta: "Básicamente, fue acusado de ser un impostor. Esta acusación procedía de los líderes religiosos de los judíos que vivían allí en ese momento y que lo presentaban como un enemigo del César, como alguien que se presentaba como 'rey' entonces hicieron una acusación política para que fuera condenado por el Imperio Romano, que gobernaba allí a través de alianzas con líderes locales".

En resumen, fue un juicio político.

Segundo: el problema que Jesús llevó a su sociedad era más grande aún, ya que estremecía los estamentos de la estructura religiosa.

Para los sacerdotes judíos y, en particular, para el Sumo Sacerdote Caifás, Jesús representaba también un problema. Durante la mayoría de su vida este predicó en Galilea -la zona norte de la provincia de Judea- y no representó una molestia, pero su llegada a Jerusalén junto con un nutrido grupo de seguidores cambiaba las cosas.

Jesús suponía un doble peligro no solo por sus críticas a ciertas conductas de los sacerdotes, sino por el miedo a que desencadenara una revuelta que fuera sofocada por los romanos en un baño de sangre. En particular, el episodio de la expulsión de los mercaderes del templo habría sido el detonante para que el Sanedrín -el consejo de rabinos con funciones de juez- viera en Jesús un peligroso agitador de masas y juzgara conveniente denunciarlo ante las autoridades romanas, que tenían la potestad en cuestiones de orden público. Por esta razón Jesús es juzgado por Poncio Pilato, y es éste quien corre con la responsabilidad histórica de ejecutar a Jesús.

Poncio Pilato es descrito por el filósofo Filón de Alejandría como “un hombre de carácter inflexible y duro, sin ninguna consideración” y se sabe que no le temblaba la mano a la hora de condenar a quienes pudieran suponer una amenaza para el poder romano. De hecho, además de Jesús, tuvo que lidiar con otros personajes bastante más peligrosos que habían arengado abiertamente a las masas para que se rebelaran contra Roma, por lo que no debió de tener demasiados reparos en deshacerse de aquel predicador, hacer cumplir el castigo reservado para los alborotadores y ordenar su muerte por crucifixión.

Fue una muerte política, auspiciada por el Sanedrín y ejecutada por el Imperio Romano.

¿El ministerio de Jesús en la tierra se limitó a su tiempo y a su sociedad?

Las enseñanzas de Jesús tuvieron un impacto profundo no solamente en su sociedad y en su tiempo, sino que como lo demuestra la historia, continúan siendo vigentes hasta el día de hoy. Igual se opuso desde el pasado al Imperio Romano y a las autoridades religiosas judías, como se opone actualmente a todo el estamento de mentiras (llamadas libertades o derechos de minorías) que proliferan por toda Europa.

Y si asumimos la misma figura, diariamente matan a Cristo con cada ley que se promulga en esos estados humanistas, en aras de las mal llamadas libertades: abortos, matrimonios igualitarios, eutanasia, libertad sexual a menores de seis años, etc...

Pasando de lo particular a lo general, hasta podría decirse que concluir que la Biblia no es ni siquiera un manual de moral o de buenas intenciones para las mejores relaciones entre los seres humanos, sino que es un panfleto político ideológico. Sin embargo, esta afirmación sería demasiado fuerte y debería sustentarse con mayores estudios basados en las ciencias políticas, la sociología y la teoría general del conocimiento.

Mientras tanto, La Biblia sigue siento un libro que permite al estudioso conocer

1)            la personalidad de Dios,

2)            el método que Cristo enseñó y predicó para alcanzar la salvación, y

3)            nos muestra una serie de enseñanzas moralizantes y de convivencia para todos los seres humanos.

Estimado lector, ¿quién piensas tú que fue el Divino Maestro de Galilea? 

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