Ucrania, una gran espina de esturión en la tráquea de Estados Unidos

 ¿Puede tener éxito los Estados Unidos en su política con Ucrania?

Analistas políticos de diversos centros de pensamiento son de la opinión que el Presidente Putin ha mostrado una actitud diferente a la que habíamos estado acostumbrados, tanto en su tono, como en su forma de incidir con su gran adversario político, en este caso representado por el Presidente Biden.

Desde la caída del muro de Berlín, y por ende el fin de la Guerra Fría, los Estados Unidos se alzaron con una gran victoria política mundial, y prácticamente retomaron su papel hegemónico que habían tenido históricamente. Por su parte, los años 80s fueron el período de desmontaje de un proceso que se inició en 1917 con la guerra de los bolcheviques, y que se mantuvo hasta 1991 oficialmente, y que tuvo que transitar por un turbulento período de capitalismo, salpicado de corrupción y otros males.

Sin embargo, fue hasta 1999, cuando Vladimir Putin ascendió por primera vez al solio presidencial, que se inició el proceso de reconstrucción y fortalecimiento de Rusia, hasta convertirla nuevamente en el temible oso de la Guerra Fría. Entonces la pregunta es: ¿se cambió la correlación de fuerzas, y cuánto?, o dicho de otra manera, fue el esfuerzo de los Estados Unidos de la década del 80 un esfuerzo exitoso?

Da la impresión que la diplomacia de Putin dio sus frutos, al ocultar todo el proceso de fortalecimiento que se gestaba en los aspectos políticos, económicos y militares.

Estados Unidos se sintió robustecido y asumió el papel del gran hermano mayor, que tenía el derecho de llamar la atención y exigir respeto y obediencia, como si se tratase de una relación de familia, y esto no debió ser bien visto por los antiguos camaradas y actuales líderes también, quienes con un gran amor a la Madre Patria, deben haberse sentido humillados hasta los huesos.

Así, vemos cómo la Federación Rusa se planteó, como objetivo estratégico, participar en la confrontación de Siria, desafiando a los Estados Unidos al ponerse del lado del presidente Bashar al-Ásad, y conducir los ataques aéreos y terrestres que llevaron a consolidarlo en el poder. Posiblemente nadie lo vio como un ejercicio de entrenamiento a gran escala, con los conocidos problemas de logística y suministros, que evidentemente fueron superados con éxito.

Esto puso en evidencia posibles fallas en la estrategia militar de los Estados Unidos, quien desde el siglo XIX hasta el XXI se ha visto envuelto en fracasos militares vergonzosos, desde la Guerra Nacional de Nicaragua, con la derrota de los filibusteros, la ocupación estadounidense en Nicaragua, su participación en la guerra civil rusa, la guerra de Corea, Vietnam, Laos, Tailandia, Líbano, Irak, Afganistán, donde en resumen, no alcanzaron los objetivos militares y políticos iniciales, no consolidaron en el poder a gobiernos democráticos, salvo Corea del Sur, cediendo el poder a los grupos a los cuales combatían, y permaneciendo empantanados generalmente de 10 a 20 años.

Por su parte, Rusia ha consolidado estrategias globales, tanto políticas como económicas, para romper el hegemonía que hasta entonces ha mantenido Estados Unidos, literalmente dividiendo el mundo en tres polos Rusia-Europa, China-Asia y Estados Unidos-resto del mundo.

Por el lado de la limitación de armas nucleares, tanto Estados Unidos como Rusia representan el arsenal más grande de armas de destrucción masiva, capaces de destruir muchas veces al mundo. Se estima que existen entre 14 y 19 mil ojivas nucleares de distintas potencias, de las que actualmente el 95% están en manos de Rusia y Estados Unidos.

El despliegue de fuerzas regulares de la OTAN no supera los 12 mil soldados de las fuerzas multinacionales de la alianza, más 3000 soldados que ha mandado el gobierno norteamericano, más unos 22 aviones de combate y un centro de defensa antimisiles ubicado en Rumania. Eso, comparado con los 94 mil soldados, 1.200 carros de combate, 330 aeronaves, 75 buques de guerra y 6 submarinos, más las fuerzas que no se han movilizado, pero que podrían estar listas, nos muestra un escenario completamente asimétrico, totalmente disuasivo, si de hacer un cálculo inteligente se tratase.


Otros aspectos que son sumamente interesantes, son los siguientes:

·        actualmente la aceptación del gobierno Biden es la más baja de todos los presidentes norteamericanos, un 42% al medio tiempo, salvo la obtenida por el Presidente TRUMP (37%),

·        debe enfrentar una inflación del 7%, la más alta en los últimos 40 años, lo cual reduce grandemente el poder adquisitivo de los trabajadores de ese país,

·        el desempleo todavía ronda el 4%, considerado alto para su economía, y

·        en cuanto a la epidemia de COVID, llega a los 77.7 millones de casos, con casi un millón de muertes.

Todo esto pone al Presidente Biden en una posición bien crítica, no solo frente a su homólogo ruso, sino ante el mundo, sobre todo teniendo que enfrentar una elección de medio término en junio de este año. Cualquier negociación con Rusia, será una gran espina de esturión en la tráquea del presidente norteamericano.

 

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